Este efecto de difusión se debía, en gran medida, a la reciente creación de Manga Entertainment, quienes se encargaron de distribuir, a escala mundial, lo más destacable de la animación nipona. Sin esta empresa jamás hubiéramos podido disfrutar del cine de animación Japonés. (Al menos, no de una forma tan masiva).
Porco Rosso era, inicialmente, un cortometraje de apenas 40 minutos creado para mostrarse en los trayectos de las aerolíneas más representativas de Japón (por este motivo los créditos iniciales aparecen en tantos idiomas). En un principio se trataba de una historia de espías, con el mismo personaje en distinta situación.
Tras contemplar lo que tenía entre manos y al sentirse inspirado por la situación global del momento, Miyazaki (El maestro Miyazaki) decidió convertirlo en un largometraje, cuya co-producción corrió a cargo de las aerolíneas antes citadas.
En este film se nos cuenta la historia y vivencias de un cazarrecompensas Italiano llamado Marco Pagot, que opera en los alrededores del mar adriático en los años 20. Debido a una extraña maldición, Marco tiene aspecto porcino, y pilota un hidroavión de color rojo, motivo por el cual es conocido como Porco Rosso.
Cabe comentar que Miyazaki, en dos obras anteriores, ya había utilizado personajes con rostro porcino, aunque poco tenían que ver con el héroe de esta película. Miyazaki siempre ha manifestado su alta empatía para con los cerdos.
Inicialmente se nos narran sus aventuras dentro de este espacio, combatiendo contra los abundantes piratas aéreos que operan en la zona y mostrándose como una película de aventuras bastante convencional (salvando el aspecto del protagonista, claro).
En determinado momento presenciamos como estos bandidos contratan a un fiero aventurero (Donald Curtis) para acabar con nuestro protagonista, y de esta forma poder operar con libertad en la zona. Donald derriba a Porco y este tiene que huir para reparar su hidroavión (seriamente dañado).
Es a partir de este instante cuando la película nos empieza a narrar parte del pasado de Porco, y también el momento en el que Miyazaki comienza a mostrarnos lo que en realidad retrata el film: Porco Rosso “habla” de la deshumanización del hombre.
Marco Pagot (Porco) era un aviador de combate excepcional, que durante la primera guerra mundial vio perecer a todos sus compañeros de escuadrilla. Durante una de las muchas batallas aéreas que vivió tuvo una sorprendente revelación, la cual le invitaría a dejar de lado su humanidad: La misma que acabó con sus amigos. Desde ese momento matar es cosa de hombres… él es un cerdo. Se ha hablado mucho de los mensajes que realmente lanza esta genial obra, pero este sería su mejor resumen.
También encontraremos (como suele ser habitual en Ghibli) referencias sobre la igualdad de géneros y la capacidad de la mujer, además de ser testigos de una obra anti-belicista y claramente anti-fascista. (Hay quien piensa que Miyazaki es un “rojo” extremo, pero el maestro es un humanista y un ecologista, dos rangos que están muy por encima de absurdos bandos políticos).
Mi teoría, sobre la transformación de Marco en cerdo, se basa en dos momentos del film en los que vuelve a ser humano: En el primero está rememorando esas batallas a muerte, y en el segundo se va a enfrentar a las fuerzas aéreas, al final del metraje.
Porco Rosso es puro Ghibli al 100%, siendo una película sin artificios, realizada íntegramente de forma artesanal. Posee una calidad de dibujo asombrosa y una dirección a la altura. Es la obra más extraña de Miyazaki (La menos “Totoro” de todas), y esta extrañeza se debe a lo realista de su trasfondo.
Es una película para adultos y no por ser explicita, sino más bien por el hecho de que se puede escapar a la comprensión de los menores. No hay sangre, ni muertes en primer plano, así como tampoco encontraremos desnudos o palabras malsonantes.
Puede que sea también la obra más intimista de Ghibli y de Miyazaki, donde se muestran muchas pasiones (los aviones, el cine, los cerdos…) y tributos hacia la gente que ha inspirado siempre a estos genios.
Porco Rosso nos deleita con uno de los personajes más carismáticos jamás creados por el estudio, y lo adorna con un guión lleno de frases míticas que lo convierten en todo un icono del cine moderno (le pese a quien le pese). Mi favorita es “Un cerdo que no vuela solo es un cerdo”, pero son muchas y muy buenas. Porco es una mezcla entre Humphrey Bogart y Robert Mitchum (Yo veo más de Mitchum, pero es innegable que cuando Porco fuma, o utiliza su gabardina, se convierte en Bogart).
Hay que destacar que todas las escenas de vuelo son increíbles, además de la fabulosa huida por los canales. Sin embargo, y dejando a un lado sus potentes mensajes, lo más impactante (a mi modo de ver) es ese divertidísimo final de la película, donde todo cobra un tono más exagerado y cómico. Es una escena memorable.
Como suele ser habitual en las producciones del estudio, la música corre a cargo de Joe Hisaishi, quien nos regala un apartado musical de órdago.
Por desgracia, no todo el mundo comprenderá el film, pues en occidente aun nos cuesta ver el lado humano de la animación, y la entendemos, por desgracia, como un entretenimiento meramente visual, para audiencias infantiles. Si sois capaces de dejar de lado esta errónea concepción, y os gusta el cine clásico, Porco Rosso puede convertirse en una de vuestras películas favoritas.